De cómo estar de vuelta sin haberse ido

Las creaciones que marcan una tendencia desconocida necesitan de tiempo para asentarse. En el momento en que rompen con una continuidad por su carácter inédito y creativo, deben desarrollase con cuidado para no desgastarse. Como cuando aparece una canción que uno no quiere parar de oír: si se sobreactúa oyéndola, con el tiempo deja de gustar hasta que se vuelve insoportable. Lo que innova, debe ser usado con precaución.

Con Choc Quib Town, la banda chocoana de hip-hop que arrasó con todo en el 2006, pasa algo parecido. Su primera producción fue un éxito en todos los sentidos, pero sonaron tanto que alcanzamos a cansarnos. Y no bastando con esa redundancia, saldrán con un disco nuevo el próximo semestre; que pinta muy bien, no cabe duda, pero que estará muy encima del éxito anterior. Los silencios en la música, con seguridad, son determinantes.

Dos años de espacio es lo usual, pero con ese primer álbum,  Somos Pacífico, CQT inundó todos los bares de Bogotá, se tomó la radio sin compasión y en muchos de los conciertos que hubo en la ciudad, los cuales fueron bastantes, la banda se presentó de telonera. Su manager, el francés Cedric David, hizo la tarea. El sencillo del disco llevaba su mismo nombre y, en ese momento, fue una canción memorable. Y estuvo muy bien: se justificaba y gustaba. Pero, como todo, la cosa se agotó. Y, teniendo en cuenta lo que se viene, nunca hubo un silencio.

El álbum que acá presentamos, El Bombo, es difícil de describir, ya que solo tiene tres canciones. Con el objetivo de hacerle una antesala, El Bombo se ha presentado —de entrada— como un E.P.: un ‘lobby’ de la producción completa. Play es la canción, Long Play es el disco entero y Extended Play es la presentación preliminar. Y funciona como estrategia, pues se ha vendido bastante; cosa que demuestra la aceptación, una vez más, de la mezcla de corrulao y hip-hop en del público bogotano.

El primer track se titula como el álbum y es, así como Somos pacífico, muy pegajoso e interesante. Todavía bajo el comando rapero de Tostao, los sonidos electrónicos repican mejor y siempre en la onda folclórica del litoral pacífico. Porque el disco, aún más que el primero, suena muy sólido. Y dio, además, para combinar fragmentos de Toquemen el bombo, una canción de la maestra Juana Angulo y Gladys Beatriz Bazan.

La segunda trova, La calle o la casa, es lenta y oscura, y da fe de la actitud nostálgica de la República Independiente del Pacífico. Abre el baúl, la tercera y última, es una combinación bien lograda de sonidos netamente traídos del pacífico —aguabajo, bambazú, tamborito— hilados todos con una marimba hecha de chonta y caña. A diferencia del primero, que estaba producido por Iván Benavides, El Bombo es creación y producción propia de Goyo, Tostao y Slow. Y si bien la primera producción fue muy bien lograda, ésta resalta por un sonido mucho más equilibrado.

Los tres aperitivos de los tres artistas chocoanos parecen dar crédito de una producción satisfactoria. Y está muy bien por la música chocoana y el folclor colombiano que CQT siga triunfando. Y bien por la idea de fusionar tradición con música contemporánea. Y bien, además, que se hayan atrevido a producir ellos mismos. Y bien, sobre todo, que esta producción, así como la anterior, les traiga fiestas, conciertos y demás frutos de éxito a estos tres artistas que se conocieron hace casi 10 años. Bien por el Chocó, que tanto ha padecido.

Pero reitero: sobre todo cuando es un sonido tan particular, los oídos deben descansar para volver a empezar. Y este éxito del pacífico colombiano no se decantó lo suficiente. Esperemos, pues, que mi sentimiento no sea el mismo para todos. Vuelve, entonces, la banda que nunca se fue.

Publicado en Revista Arcadia en Septiembre de 2008