Daniel Pardo's Blog

Un reguero de letras, por Daniel Pardo

El Tiempo, la historia no te absolverá

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Me acuerdas a Fidel Castro, valga la paradoja. Me acuerdas, también, al Real Madrid. Y a Millonarios, mi equipo. Me acuerdas a todos esos viejos que se creen más que uno porque son viejos; dizque porque han vivido más. Me haces pensar en la gente que cree que tiene la razón porque están acostumbrados al poder, donde nadie les dice nada. Te sientes y te molestas cuando te critican, porque todo lo que dices, gracias a tu historia, es irrefutable. Los llamas frívolos a todos los cuestionamientos que te hacen. Pareces esos viejos cachacos y gobiernistas del Country Club a los que nada puede criticáseles porque tienen demasiado peso encima, porque es de mal gusto, como si fueran perfectos.

Qué te pasó, El Tiempo. Quién te hizo creer que porque tienes una historia impecable e implacable puedes hacer un periódico de lectura rápida. Quién te hizo esa mala jugada: quién te hizo creer que el Internet significaba traicionarte. Te lo digo con respeto: no me trates como un niño. Ni tu ni yo ni Colombia somos niños, como para que nos trates así. Estamos en guerra, una demasiado larga, como para que a ti se te haya olvidado tu lugar en el mundo, tu rol en esta sociedad. No pierdas tu esencia. Pónte la camiseta que te pertenece. No la dejes botada en la mitad del camino.

Expreso este sentimiento de decepción porque lo que fuiste toda la vida, toda tu historia, ya no lo eres. Y a mí, que tengo 25 años, nunca me tocó. Y me siento desafortunado al no poder presenciar ese periódico que en un momento fuiste. Me deprime, es decir, pensar que a mi generación le tocó un Tiempo de colores y artículos sobre Satán en Halloween, Marino de Jesús, y la Biblia y el fin del Mundo, como nos lo hizo saber la crítica que te hizo Carlos Cortés en La silla vacía. Lo digo porque tu historia es una de batallas y gallardías: no te dejaste frenar por tener una agenda política cuando empezaste, por ejemplo: eras un satélite del Partido Liberal, de frente, y lo hiciste bien. Con subjetividad, parcialidad, con una militancia política propia de los tiempos partidistas de la primera mitad del siglo XX.

Y te lo digo desde ya: no me vengas con que ahora, que te volviste un periódico banal, te has adaptado a los nuevos tiempos. El Internet no justifica la banalidad. Ni el Guardian, ni el New York Times, ni El País, ni El Espectador le respondieron así al internet. Yo no entiendo por qué tú, con la excusa de llegarle a las masas, sí pensaste que esa era la respuesta indicada. Si algo te exigen los nuevos tiempos es que, precisamente, seas un bastión del periodismo riguroso y ambicioso, ese que los blogueros y los periodistas sin experiencia o recursos no podemos hacer. Si quieres, más bien, te propongo un negocio: nosotros los periodistas sin recursos nos encargamos de fusilar artículos sobre salud y cocina y ustedes, que son los que pueden, hacen las denuncias.

Y también te digo esto de una vez: no me digas que esa era la única forma de mantener el negocio. Todos estos periódicos que te menciono están que se quiebran, sí. Pero ellos prefieren morir quemados que morir pisoteados, porque primero la muerte antes que perder la esencia. Y por eso mismo, te lo aseguro –así sea con donaciones, con ayuda de los gobiernos, con las tabletas y con tantas tecnologías que se están inventando– ellos no se van a morir. Ni tarde ni temprano.

Así tuvieras parcialidad política, antes de que las nuevas tecnologías te pusieran en esa situación esquizofrénica en la que te encuentras, tú no habrías cerrado la revista Cambio. Porque esa doctrina liberal que tú defendías con militancia era la de la democracia, la pluralidad y la verdad, y eso era, precisamente, lo que Cambio estaba haciendo. Con investigación, con denuncia, con el periodismo que tú mismo le enseñaste a los periodistas que hacían esas investigaciones. Tu historia no justificó ese episodio. Como tampoco justificó que botaras por la puerta de atrás a la valiente periodista Claudia López: la botaste sin argumentos, porque nadie, ni el más ingenuo, se creyó ese cuento de que ella insultó a la redacción.

¿Qué pasó con El Tiempo del proceso 8000, por ejemplo? Les salieron canas durante el cubrimiento de esa noticia, lo sé. Se pelearon tus columnistas estrellas, lo sé. Tu editor y tu director defendían causas distintas, como durante la guerra civil española, sí. Pero ahí te mantuviste, firme: denunciando y opinando con pruebas y con argumentos, como debe ser.

Y ahora te has vuelto un folleto de publireportajes. No digo que todo lo tengas mal: incluso he escrito sobre las cosas buenas que haces hoy en día, como ser un asiduo veedor de la administración de Bogotá, o ser un versátil crítico de cine, o ser un informante de deportes completo. A veces, también, sacas grandes reportajes en Debes leer. Y tienes unos buenos columnistas –nunca tan diversos y relevantes como los de El Espectador, eso sí–. En fin: no digo que todo lo tengas mal. Porque no es así. Pero, para estar a la altura de tu historia, te falta mucho.

Te falta, por ejemplo, mejorar ese archivo que tienes en tu página Web, porque, para estar a la altura, El Tiempo tiene que ser una enciclopedia de información para cualquiera que está en Internet. Y todavía no lo eres. Vas a tener que volver a invertir en investigaciones largas y difíciles, como si Cambio existiera. Aprovecha que el gobierno dogmático y represor ya se fue: aprovecha este aire fresco que nos dio el nuevo gobierno. Vas a tener que invertir en tus columnistas: conseguir plumas nuevas, como lo fueron D’Artagnan y Contraescape en su momento. Vas a tener que buscar nuevas Claudias López. Con ella ya la embarraste; no la embarres con nosotros. Tendrás que desarrollar, de inmediato, una edición impecable de iPad, iPhone, Blackberry, Android y demás tabletas. Vas a tener que repensar a Portafolio y a DONJUAN, para que cada uno, en su nicho, sea un referente de innovación e inteligencia periodística. Y Roberto, director, usted va a tener que sacrificar su amistad con Juan Manuel y los demás funcionarios del gobierno, porque, usted lo sabe: eso no está bien visto. Y ni a usted ni al gobierno les conviene. Sacrifíquela, como muchos lo han hecho, por cuatro añitos, por el bien de todos.

Y ten cuidado, El Tiempo: gracias a que precisamente tienes una historia de 100 años imborrables, tú tienes una responsabilidad social, cultural y política con el país. Y por eso no te puedes dejar llevar por las ambiciones y seguir adelante con esa idea de tener un canal privado sólo para ti. Eso nos perjudicaría a todos, porque los monopolios en los medios, el mundo lo ha probado y denunciado, son un peligro para la democracia. Salte de esa idea, que no la necesitas. Concéntrate en lo tuyo, que es la investigación y el análisis periodísticos. Explícanos nuestra compleja realidad. Entréganos los elementos necesarios para tener una visión real del país en el que vivimos. No nos dejes creer las mentiras que los ex presidentes nos tratan de imponer en Twitter. No nos trates como niños. No nos abandones. El país te necesita, serio, riguroso, adulto, y por eso tienes que salirte ya de esa idea de que el periodismo banal es el futuro. Hazle, te lo propongo con humildad, honor a tu historia.

Me acuerdas a Fidel Castro, digo, porque él también tuvo la ingenuidad de pensar que la historia justifica el presente, y eso no es así. Lo mismo con el Real Madrid, que empieza cada temporada pensando que su historia le va a ganar los títulos que no gana hace cinco años. Igual con Millonarios, que sigue ufanándose de trece estrellas que ya no sirven de nada. Tener una historia, es decir, sirve solo para tener un museo que explica el pasado. Pero no sirve para justificar la mediocridad y los errores en el presente.

Publicado en Kien & Ke en febrero de 2011.

Written by pardodaniel

febrero 4, 2011 a 10:03 am

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